La fidelidad está ligada a la fe. Fiel es el que tiene fe. La fe consiste en la confianza depositada, generalmente en Dios, pero también en una persona. La fe exige una respuesta convencida y estable a la que llamamos precisamente fidelidad. Dios es el primero que es fiel. Su amor no es voluble, es para siempre. De Él, mejor que de nadie, que es “el siempre fiel”. La fidelidad en el hombre consiste en una respuesta permanente a un compromiso dado, a una alianza, a un pacto.
Generalmente hablamos de la fidelidad debida al ser amado que excluye todo otro amor en el matrimonio, pero también se tiene fidelidad a la patria, a la familia, a los amigos, Etc. Es como el compromiso que supone toda amistad verdadera.
Los católicos nos llamamos, en el lenguaje oficial de la Iglesia, “fieles cristianos”, para señalar nuestra fidelidad a Cristo.
La fidelidad fruto de la confianza implica, fundamentalmente la radicalización existencial del amor; porque el amor se especifica y concretiza en la mutua e incondicional aceptación fruto de la confianza que es parte del compromiso en la entrega por amor.
La fidelidad exige una confianza puesta en alguien, la respuesta nacida de esa confianza y la permanencia en la respuesta. Para que esta sea plena, debe amarse a la persona en la que se confía y así mantener la fidelidad a los compromisos asumidos, tal fidelidad es posible cuando uno se mantiene firme en las pequeñas pero insustituibles fidelidades cotidianas.
La fidelidad en el amor.
1 comentario:
Sólo resaltar que la fidelidad es fruto del amor, como dices, que se da principalmente del encuentro y de la comunión de dos personas. Que se sostiene en una constante por la donación de ambas partes, que se hacen uno en el amor y por el amor.
Lease del encuentro con Señor o el de dos personas en el Señor.
Muy bueno este post
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